martes, 26 de mayo de 2009

Para una justicia más justa

Dice Marguerite Yourcenar:

“En España, cerca de Tarragona, un día que visitaba una mina semi abandonada, un esclavo cuya larga vida había transcurrido casi por completo en los corredores subterráneos, se lanzó sobre mí armado de un cuchillo. Muy lógicamente, se vengaba en la persona del emperador de sus cuarenta y tres años de servidumbre. Lo desarmé fácilmente, y lo entregué a mi médico; su furor se calmó, y acabó convirtiéndose en lo que verdaderamente era: un ser no menos sensato que los demás, y más fiel que muchos. Aquel culpable, que la ley salvajemente aplicada hubiera mandado ejecutar de inmediato, se convirtió en un servidor útil. Casi todos los hombres se parecen a ese esclavo; viven demasiado sometidos, y sus largos períodos de embotamiento se ven interrumpidos por sublevaciones tan brutales como inútiles”. (Memorias de Adriano. Editorial Planeta, página 97)
La pregunta es ¿no sería conveniente pensar en formas más civilizadas de aplicar la justicia y dirimir los conflictos? ¿No habrá otras formas diferentes a la de manejar el miedo?
A nuestro conflicto colombiano ¿no será posible buscarle otra solución? Nos estamos gastando un 6% del PIB en una guerra que se alarga sin resolverse. Contamos con uno de los ejércitos más grandes del mundo, aunque somos un país pobre. ¿No estaremos engañados con nuestra percepción del problema? Invirtiendo en escuelas, salud, vivienda y empleo; distribuyendo más racionalmente la riqueza; atacando la corrupción y en fin creando un mejor ambiente social ¿no quedarían desarmados los que cometen toda clase de atropellos en nombre de la causa de los pobres? Pero, claro, es más lucrativo el negocio de la guerra. Les da mucho rédito a los políticos que la presentan como inevitable, y no resuelve ninguno de nuestros problemas estructurales. No resuelve nada, pero confunde, dando la impresión de resolver.

domingo, 24 de mayo de 2009

Boris Spasky a George Bush

Escrita a raíz de la detención de Robert (Bobby) Fischer en el Japón en el año 2004, esta carta es un ejemplo de amistad y solidaridad entre ajedrecistas. Rivales en la sala de juego; pero amigos fuera del tablero.
"Señor Presidente,
"En 1972 Bobby se convirtió en héroe nacional. Me vapuleó en el match de Reikiavik. La hegemonía soviética en ajedrez se colapsó. Un hombre contra todo un ejército. Poco después Fischer dejó de jugar. Repitió la triste historia de Paul Morphy. A los 21 años de edad, el legendario Paul había batido a los principales maestros europeos y se convirtió en el campeón extraoficial. Dejó de jugar y finalizó su trágica vida a la edad de 47 en New Orleáns en 1884.
En 1992, veinte años después de Reikiavik, hubo un milagro. Bobby resucitó y jugamos un match en Yugoslavia. Pero en aquel entonces había sanciones contra Yugoslavia; se prohibía a los ciudadanos estadounidenses cualquier clase de actividad en el territorio de Yugoslavia. Bobby violó las instrucciones del Departamento de Estado. Fue objeto de un pedido de arresto expedido el 15 de diciembre de 1992 por la Corte de Distrito de los EEUU. En cuanto a mí, como ciudadano francés desde 1978, no recibí ninguna sanción de mi gobierno.
"Desde el 13 de julio de 2004, Bobby ha estado detenido en el aeropuerto de Narita por infracciones inmigratorias. Los hechos subsiguientes han sido descritos por los medios.
"Está claro que la ley es la ley. Pero el caso de Fischer no es común. Soy un viejo amigo de Bobby desde 1960 cuando jugamos en Mar del Plata y compartimos los dos primeros puestos. Bobby es de una personalidad trágica. Lo comprendí en aquel entonces. El es un hombre honesto y de buena naturaleza. Absolutamente no social. No es adaptable a los estándares de vida de todo el mundo. Tiene un muy alto sentido de la justicia y no está dispuesto a aceptar compromisos ni con su propia conciencia ni con la gente a su alrededor. Es una persona que hace casi todo contra sí mismo.
"No me gustaría defender ni justificar a Bobby Fischer. Él es quien es. Solamente pido una cosa. Y es merced, caridad.
"Si por alguna razón eso es imposible, me gustaría solicitarle a Ud. lo siguiente: Por favor, corrija el error del presidente François Mitterrand en 1992.
"Bobby y yo cometimos el mismo crimen. Aplique sanciones también contra mí. Arrésteme. Y póngame en la misma celda de Bobby Fischer. Y proporciónenos un tablero de ajedrez."
Boris Spasky, 10º Campeón del mundo de ajedrez (agosto 7 de 2004)

viernes, 22 de mayo de 2009

Goethe habla sobre Werther.

“Es ésa una criatura que, como el pelícano, he alimentado con la sangre de mi corazón. Hay en él cantidad suficiente de vida interior, de mi propio pecho; hay sentimientos y pensamientos bastantes como para llenar una novela de diez tomos como el Werther. Por lo demás, como yo lo he dicho, no he vuelto a leer el libro, después de su publicación, más que una vez, y me guardaré muy bien de volver a hacerlo. ¡Es un libro lleno de materias explosivas! Me produce una sensación penosa y temo volver a ser presa del estado patológico que lo produjo.
“No me fue necesario extraer mi propia melancolía juvenil de los influjos de mi tiempo y de la lectura de algunos autores ingleses. Lo que produjo en mí el estado de ánimo en que se engendró el Werther fueron más bien acontecimientos personales que me afectaron íntimamente y que me proporcionaron muchos cuidados. ¡Había vivido, amado y sufrido mucho! Eso fue todo.” (Tomado de ‘Conversaciones con Goethe’, Eckermann)
Ya lo han dicho muchos: Goethe, en lugar de suicidarse por todo el dolor de ver que se casaba Carlota, escribió el Werther e hizo suicidar a éste. Hizo que su héroe corriera la suerte de la que él quería escapar. En este sentido se dice que la escritura es redentora. Y así como se redime el que escribe, le sucede lo mismo al que lee.
La pregunta que surge después de leer esas palabras de Goethe tan sentidas es: ¿por qué no quería volver a leer el libro? ¿Es que la herida no había cicatrizado del todo? ¿O será como dice don Antonio Machado que nuestro viejo libro nos evoca “ese copioso haz de flechas que no recordamos haber disparado y que han debido caérsenos por el camino”?

miércoles, 20 de mayo de 2009

El biberón de la cultura.

Decía Estanislao Zuleta en una entrevista:

“…entre nuestros amigos, y entre nosotros en general, hay muchos que se hacen ilusiones sobre las posibilidades que les podría abrir un viaje a Europa. Y se les olvida que ese viaje es como estudiantes, y la cultura no se toma como un tetero que le dan a uno en la posición de la pasividad. Lo que podría abrirles posibilidades sería, por ejemplo, que fundaran una publicación y lucharan por algo; combatieran y aportaran”.

Sobre ése tema de la educación la gente se engaña mucho. Hoy los vemos pagando gruesas sumas de dinero por los que llaman diplomados. Al tipo le arrancan una suma fantástica, que sólo pueden desembolsar unos pocos, y lo ponen a hacer tareas en una jornada intensa, sin respiro, para que se haga a la idea de que el asunto es en serio. Pasado un tiempo, al tipo ya se le ha olvidado lo que estudió, pero, bueno, en la sala de su casa tiene colgado su costoso diploma; y en cuanta hoja de vida pasa hace lo posible por resaltar su cursito, que por lo pronto tiene la gran ventaja de que los otros no lo tienen.

lunes, 18 de mayo de 2009

Víctor Korchnoi

Hay un jugador de ajedrez excepcional al que quiero dedicarle algunas palabras. Se trata de Víctor Korchnoi. Aunque no ha sido campeón mundial, se ha batido de tú a tú con todos los campeones, desde Botvinnik hasta Anand; pasando por Karpov, Kasparov, Spasky o Smislov, entre los vivos; o Fisher, Petrosian, Tal, entre los que hoy no nos acompañan. Pero lo excepcional no es esto. Lo excepcional es la edad a la que sigue jugando con la calidad de gran maestro, título que ostenta desde el año56. Emanuel Lasker y Vasily Smislov, ex campeones mundiales, estuvieron activos y jugaron torneos del más alto nivel hasta los 65 años, y fueron considerados hasta hace poco casos excepcionales de longevidad deportiva. Pero Korchnoi hoy tiene 78 años y promete seguir mucho tiempo más…

En una entrevista le preguntaron a qué le atribuía sus extraordinarias fuerzas, y el tipo respondió:

“Yo nací y crecí en Leningrado [hoy San Petersburgo], cuando las tropas alemanas sitiaban la ciudad. Mis parientes murieron, muchos de ellos a causa del hambre. Eso me hizo fuerte. Toda mi vida ha sido una lucha y un deber el superar las dificultades. Tal vez esa niñez tan dura me ayudó a superar el resto de las cosas que me han sobrevenido después.”

Una de las cosas que le sobrevino después fue su desacuerdo con el régimen soviético, del que tuvo huir en el año 76, mientras jugaba un torneo en Holanda, al aprovechar un descuido de sus vigilantes. Parece que se atrevió a dar alguna declaración favorable a Fischer, después de que éste le arrebatara el título de campeón mundial a Spassky, título que estaba en poder de los rusos desde el año 48, y esto le valió caer en desgracia con el régimen de Breznev. ¡Hasta ese punto habían llegado las cosas en la antigua Unión Soviética…!

viernes, 15 de mayo de 2009

El hijo del profesor Moncayo

En Colombia hemos batido un record como para la Historia Universal de la Infamia. ¡Secuestros de más de 11 años! El 21 de diciembre del año 1997, 300 guerrilleros atacaron por sorpresa a un grupo de militares que cuidaban unos equipos de comunicaciones, en lo alto del cerro Patascoy. Del total de los soldados que hacían el turno, 22 murieron en el ataque, 3 escaparon y 18 fueron secuestrados. De los 18, después fueron liberados 16.
De los dos que quedaron secuestrados, apenas supimos hace dos años que estaban vivos, cuando aparecieron sorpresivamente en unos videos enviados por la guerrilla con pruebas de supervivencia de las personas que tienen en su poder.
Uno piensa que el secuestrador retiene al secuestrado con el ánimo de ejercer presión sobre otro u otros, sea el gobierno o su familia, para que entreguen algún dinero o accedan a alguna petición. Es horrible, pero esa es su lógica. Pero si ésos otros ni siquiera saben que aquél está secuestrado, no queda claro cuál sea el objeto.
Uno de ellos es el cabo Moncayo. Cuando sus padres se enteraron de que su hijo estaba en esa condición, después de haberlo dado por muerto durante casi nueve años, optaron por salir a caminar desde su lejano Sandoná hasta Bogotá; algo más de mil kilómetros. En el desamparo en que se encontraban, ¿qué más hacían? Muchas personas se les sumaron por el camino. En Bogotá, se encontraron con un presidente pendenciero y paranoico, que les salió al encuentro en el parque de Bolívar, y les dejó claro que su gobierno no movería un dedo para liberar a su hijo. Desconsolado, su padre siguió hasta Venezuela, en busca del apoyo del presidente Chávez, que en otras ocasiones, por solicitud de nuestro gobierno, ha colaborado en estos trances. Después viajó a Europa y habló hasta con el Papa. Pero de poco le ha servido su peregrinar…, hasta ahora. Claro que si se hubiera quedado en su pueblo quejándose habría hecho menos…
Entretanto sus secuestradores se han decidido a entregarlo, probablemente analizando la ineficacia de su acción. ¿A cuenta de qué le han robado más de 11 años de vida? ¿Que hay guerrilleros presos? Si, los hay. Pero saben en dónde están, se pueden enfermar, sus familiares los pueden visitar, pueden recibir mensajes, etc.
Para su devolución, la guerrilla ha puesto sólo una condición: que la mediadora sea la senadora Piedad Córdoba, del partido liberal, que ya ha participado por solicitud de este mismo gobierno en otras liberaciones. Pero ahora, curiosamente, el gobierno se ha opuesto a su gestión, alegando que sería un punto político a favor de ella. Claro que el gobierno, negándose y haciéndose el duro, se gana el punto.
¡Libérenlo y déjenlo liberar, por Dios!

miércoles, 13 de mayo de 2009

Las marcas de la pobreza

Dice Konrad Lorenz:
“Pienso que en nuestros días los seres humanos de las grandes ciudades, que viven sin contacto suficiente con las bellezas de la naturaleza o del arte, sufren gravemente esta privación. Esto es tanto más serio cuanto que el sentido de la estética y la ética, de lo bello y lo bueno, son, en el fondo, una única y misma cosa. ¿Qué espectáculo ha de entusiasmar al infeliz habitante de la ciudad que ha crecido en los suburbios de una inmensa urbe sin haberse acercado nunca a la belleza y a la armonía, bajo cualquiera de sus formas, y cuyo entorno está hecho sólo de patios sombríos, estaciones de servicio, depósitos de basura y cementerios de coches? Naturalmente el dinero será la única cosa a la que le atribuirá valor” (prólogo a la “Enciclopedia Salvat de la fauna”).
Pienso en los compatriotas que nacen en un entorno hecho no sólo de patios sombríos, estaciones de servicio y demás, sino de toda clase de maleantes, atracadores, viciosos, prostitutas y toda la gama de la actividad delincuencial. Ya lo han dicho otros: el niño pobre, desde antes de nacer, está en desventaja frente a los demás.

martes, 12 de mayo de 2009

La fuerza del pensamiento

En el prólogo a su libro Teoría de Freud al final de su vida, nos dice Estanislao Zuleta, a propósito de las tribulaciones del pensamiento:

“El pensamiento no es la luz del alma, ni el ejercicio de alguna mirada neutral: es un trabajo que se lleva a cabo con todas las dificultades y posibilidades del cuerpo, tal como ha sido marcado, escrito por la serie de dramas que nos constituyen, tal como ha sido inscrito en el lenguaje, sometido a las normas, arrancado a la autonomía de lo biológico y arrojado a la historia”

Estanislao se reía de una escultura de Rodin, conocida como el pensador, representado por un hombre desnudo y sentado, haciendo al parecer una enorme fuerza para pensar. Que se sepa, así no brotan los pensamientos. Pensar es fundamentalmente trabajar.

lunes, 11 de mayo de 2009

Cuando el destino dice no

Al referirse a la última campaña del emperador Trajano, dudosa y mal dirigida, que pretendía extender el imperio romano hasta el Asia, nos dice el Adriano de Marguerite Yourcenar:
“En aquel momento no dudaba todavía de la victoria, pero por primera vez lo abrumaba la inmensidad del mundo, la conciencia de su edad y los límites que nos encierran. Gruesas lágrimas rodaban por las arrugadas mejillas del hombre a quien se creía incapaz de llorar. El jefe que había llevado las águilas romanas hasta riberas hasta entonces inexploradas, comprendió que no se embarcaría jamás en aquel mar tan soñado; la India, la Bactriana, todo ese Oriente tenebroso del que se había embriagado a distancia, se reducirían para él a unos nombres y a unos ensueños. A la mañana siguiente, las malas noticias lo forzaron a retroceder. Cada vez que el destino me ha dicho no, he recordado aquellas lágrimas derramadas una noche en lejanas playas por un anciano que miraba por primera vez su vida cara a cara.” (Memorias de Adriano, editorial Planeta, pag. 75)
Cada vez que el destino nos dice no, tenemos que encauzar nuestra vida por otro rumbo. “Una vida, si es realizada, está hecha de muchas muertes”, decía Estanislao Zuleta. Pero en este caso del Emperador Trajano ya no se trata de buscar otro rumbo, pues la vida tiene sus límites, sino de aceptar que ya hicimos lo que pudimos.

sábado, 9 de mayo de 2009

La necesidad de la dificultad

Estanislao Zuleta se había leído toda la obra de Konrad Lorenz y la de los etólogos más importantes. Y con esa facilidad tan extraordinaria que tenía para relacionar la diversidad de temas que conocía, contaba que en un experimento que hizo un etólogo, juntaba gatos con perros adiestrados para no perseguir gatos, y éstos al no verse perseguidos por aquéllos optaban por morderles la cola, obligándolos a adoptar su condición de perseguidores. No toleraban aquel paraíso de perros mansos. Y que lo mismo les había ocurrido a unos estudiantes de Zúrich, con uno de los niveles de vida más altos del mundo. Con toda clase de seguridades sociales y protecciones del Estado, estos estudiantes habían hecho una huelga, con pedreas e incendios por un motivo bien novedoso: porque no les faltaba nada. Esa cómoda e insípida existencia los tenía hastiados. “¿Ves? –Decía- ¡Tuvieron que morderle la cola al perro!”
Se cuenta también de un parque natural de los Estados Unidos donde con intenciones de preservar los venados acabaron con los lobos. Con el tiempo se pudo observar que a la población de venados la estaba diezmando una serie de enfermedades nuevas. Hacían falta los lobos.
Ya lo dijo Anacarsis: “es menester sufrir para sufrir menos”.

viernes, 8 de mayo de 2009

La mata que mata.

Aquí en Colombia trasmiten una cuña radial en la que un niño nos dice algo así como: “¡cuidado con la mata que mata! ¡No trafiques con la mata que mata!” De sólo oírla, me produce un revolcón en los intestinos tan grande que salgo corriendo y le bajo el volumen al radio. Como seguramente hay muchas personas que no la han oído, o la han oído y no le han prestado atención; y muchos que son de otros lugares, voy a explicarles cuál es la mata que mata: es el árbol de la coca.

Antes de la década del 70, cuando empezó el comercio de la cocaína, producto que se extrae de sus hojas, la mata que mata no había matado a nadie. Y ya llevaba miles de años evolucionando en este planeta. Los antiguos habitantes de lo que hoy son Perú, Ecuador y Bolivia, principalmente, usaban a diario una mezcla de cal y de sus hojas maceradas, que les ayudaba a soportar sus largas jornadas de trabajo.

La mata que mata (nuestro presidente las llama ‘matas de droga’) empezó a matar cuando se conformaron los primeros carteles en Medellín, muy lejos de donde usualmente se había cultivado. La corrupción en que hemos vivido hizo posible este fenómeno, de un país que no la producía pero que la comerciaba. Y después, para colmo de males, también empezamos a producirla. Y los carteles, dueños del negocio, se han instalado en la vida colombiana y hasta en nuestra forma de pensar; y de gobernar: en este momento tenemos algo así como 70 congresistas enredados con la justicia.

Finalmente, había un profesor de agronomía al que le ofendía la palabra ‘mata’ y decía: “¿Matas? ¡Ésas son las que siembra su mamá en su casa! ¡Aquí estudiamos plantas!”

No nos hagamos más los pendejos: no hay matas que matan. ¡Los que matan son los carteles! ¡Y lo que favorece esos carteles es la corrupción!

miércoles, 6 de mayo de 2009

"De todas las criaturas, el hombre": Sófocles

Dice el Adriano de Marguerite Yourcenar:

“No desprecio a los hombres... Los sé vanos, ignorantes, ávidos, inquietos, capaces de cualquier cosa para triunfar, para hacerse valer, incluso ante sus propios ojos, o simplemente para evitar sufrir. Lo sé: soy como ellos, al menos por momentos, o hubiera podido serlo. Entre el prójimo y yo las diferencias que percibo son demasiado desdeñables para que cuenten en la suma final. Me esfuerzo pues para que mi actitud esté tan lejos de la fría superioridad del filósofo como de la arrogancia del César. Los hombres más opacos emiten algún resplandor: este asesino toca bien la flauta, este contramaestre que desgarra a latigazos la espalda de los esclavos es quizá un buen hijo; ese idiota compartirá conmigo su último mendrugo. Y pocos hay que no puedan enseñarnos alguna cosa…” (Memorias de Adriano, pág. 40. Editorial Planeta)

Este párrafo, además de estar bellamente escrito, está lleno de sabiduría. Eso somos los seres humanos, seres parcializados; capaces de lo mejor y de lo peor. Por esa gama tan variada de virtudes y defectos, es que tenemos algún interés. Es tanto el contraste de nuestra condición, que en una iglesia podemos encontrar feligreses peligrosos, desconfiables; que pueden llevar lejos su fanatismo. Y en el peor patio de una cárcel podemos encontrar solidaridad y apoyo. Esa actitud de Adriano frente a los hombres, que supone la señora Yourcenar, se llama comprensión, e implica conocer y aceptar; todo lo contrario del fenómeno muy colombiano de la intolerancia.

lunes, 4 de mayo de 2009

Los que pueden recibir.

En "Relato De Mi Vida", un libro que recomiendo a ojo cerrado, cuando habla del influjo espiritual y estilístico de Nietzsche en su obra, nos dice Thomas Mann:
"Goethe dijo que para ser algo es preciso ser algo. Pero incluso para poder aprender algo, en el sentido elevado de esta palabra, se necesita ya ser algo”
Del que promete llegar lejos en algún terreno, entre nosotros se dice que tiene madera. Es decir, que hay una base que se puede pulir y trabajar. En el ajedrez, por ejemplo, Mijail Botvinnik tuvo en Moscú una escuela en la que recibía “promesas”. De ésas hay dos muy conocidas: Kasparov y Karpov, los dos K, como se les llama en la prensa, dos de los ajedrecistas más importantes de todos los tiempos, que no tienen nada que envidiarles a los grandes del pasado. Cuando Kasparov sólo tenía sólo 11 años, había dicho Botvinnik: “en las manos de este joven está el futuro del ajedrez”.

sábado, 2 de mayo de 2009

Los que fracasan al triunfar

Hace poco escribí para la página http://www.ajedrez32.com/ una serie de artículos sobre el campeonato mundial de ajedrez disputado en Buenos Aires entre el cubano José Raúl Capablanca y el ruso-francés Alexander Alekhine en el año 1927. Se trató de un encuentro mítico, comparable solamente con el que sostuvieron después Bobby Fischer y Boris Spaskky en Reikiavik.

Capablanca, después de haber hecho una carrera fulgurante en su propia Cuba, que había sido considerada como La Meca del ajedrez de estas latitudes, donde a comienzos del siglo XX se habían jugado encuentros internacionales de primera categoría; seguir en los Estados Unidos, donde prácticamente lo habían adoptado como otro de los suyos; pasar luego a Europa, ganar el famoso torneo de San Sebastián 1911, un honroso segundo puesto en San Petersburgo 1914, un primer puesto en Hastings 1919; convertirse en el retador indiscutible de Emanuel Lasker, y vencerlo en el encuentro de La Habana en 1921; en fin, después de un ascenso desconocido hasta entonces, gana el campeonato mundial, y llega a decirse entre la opinión que es una máquina, que el ajedrez en sus manos se ha agotado, y él también llega a creerlo. Y tiene argumentos para ello: en San Sebastián había perdido una partida contra el polaco Akiba Rubinstein y volvió a perder otra contra Ricardo Reti, en el torneo de Nueva York de 1924. ¡Trece años sin perder!

A diferencia de hoy, en aquellos días no se seleccionaba el retador en los torneos que llamamos de candidatos. El que estuviera interesado, tenía que demostrar méritos… ¡y dinero! Lasker pedía 8 mil dólares de la época al que quisiera retarlo. Capablanca subió la suma a 10 mil y les puso muchas trabas a los aspirantes. Finalmente no pudo oponerse a las pretensiones del ruso-francés Alexander Alekhine, un hombre que dijo: "alguna vez los hombres tuvieron que ser semidioses; si no, no hubieran inventado el ajedrez". Gran estudioso del juego, Alekhine venía en ascenso y se había tomado la molestia de estudiar el estilo de Capablanca, y le había encontrado sus debilidades.

La opinión general sostenía que en Buenos Aires Capablanca exterminaría a Alekhine. Sin embargo, en Europa, Lasker y Reti lo pusieron en duda. En el transcurso del torneo, mientras Alekhine entrenaba todos los días en su hotel, juiciosamente, Capablanca parece que antes de empezar el encuentro ya había encontrado novia, y las noches que no pasaba con ella las pasaba jugando cartas, billar y dominó, en el olvido casi total del ajedrez. El resto es conocido: Capablanca perdió 6 partidas, ganó 3 y entabló 25.

Cabe la pregunta: después de toda la lucha que dio para ganar el título, ¿por qué lo entregó tan fácilmente? Algunos han dicho que fue por su temperamento latino. ¿Pero con ese mismo temperamento no ganó, pues, el título y los torneos que lo hicieron merecedor de disputarlo? En alguna parte de su obra habla Freud de ‘los que fracasan al triunfar’, y cita el caso de Macbeth y su ambiciosa esposa, que se apoderaron del reino de Escocia, después de asesinar al rey, y después los mató a ellos el remordimiento. Este parece haber sido el caso de nuestro amigo, cuyo ocaso empezó al año siguiente de haber ganado el título.

viernes, 1 de mayo de 2009

La voluntad de la novela

Thomas Mann: Conferencia dictada a los estudiantes de la Universidad de Princeton (USA) el 10 de mayo de 1939:

“La subestimación de una empresa es una experiencia recurrente que tal vez no sólo me afecte a mí. Durante el proceso de su concepción, un trabajo suele presentársenos bajo una luz inocua, sencilla y práctica. No parece exigir excesivo esfuerzo, y su ejecución parece simple. Si fuera posible representarse de antemano todas las posibilidades y dificultades de una obra, si uno conociera la voluntad de ésta, a menudo muy distinta de la del autor, probablemente renunciaríamos y no tendríamos siquiera el valor de comenzar. Una obra tiene en muchos casos sus propias ambiciones, que pueden sobrepasar con mucho las del propio autor, lo que no está mal. Porque la ambición no debe ser la de una persona, el autor no debe anteponerse a la obra, sino que la obra debe extraerla de sí misma y forzarse. De este modo, creo, han surgido las grandes obras, y no del afán previo de crear una.”

Dice Thomas Mann: “si conociéramos la voluntad de la obra”, podríamos prever muchas cosas.

Dostoievski, con otras palabras, decía: “cuando la novela empieza, el autor debe callarse”; debe dejar que la novela siga su rumbo, independientemente de los planes o proyectos previos del autor.Todo lo vemos fácil, en un comienzo. Pero cabe la pregunta: ¿qué tal que no fuera así? Ya vimos en la nota sobre Memorias de Adriano todas las peripecias por las que pasó Margarite Yourcenar, que empezó a escribir su libro en el año 24 y sólo “oyó” la voz de Adriano en el año 34.