martes, 13 de septiembre de 2011

En la propia calentura

Esta semana saldrá para la venta al público mi segundo libro, En la propia calentura, impreso en los talleres de Feriva, Cali. Fruto de una extensa entrevista hecha en octubre del 2010, En la propia calentura es el relato de un hombre de cincuenta años que ha alternado su actividad laboral entre el campo y la ciudad.

De carácter rebelde, nunca se ha podido adaptar a la jerarquía de una empresa organizada, donde el jefe siempre tiene la última palabra. Por esta razón tuvo que refugiarse en la informalidad, donde también hay jefes, inclusive tan tiranos como los otros, que si no lo echan a uno del trabajo lo pueden despachar de este mundo.

Vecino de las ollas donde se expenden las drogas ilícitas en las zonas urbanas; colaborador y simpatizante de la guerrilla de las Farc en los campos del Tolima y Cundinamarca, el relato de su vida nos depara más de una sorpresa, al tiempo que nos muestra todas las dificultades que se les suelen presentar a los que están en la última escala de la sociedad. De cierta manera es una invitación para ponerse entre los zapatos de aquellos que bordean la miseria, que arrancan cojeando por la carrera de la vida.
Mi primer libro, Patio 3, impreso también en Feriva, comienza con el día en que al personaje le allanan su residencia en Manizales y lo llevan preso para Bogotá, acusado de narcotráfico. Aunque no nos cuenta en qué ha consistido su delito, deducimos que es algo mínimo. Pero por haber sido capturado en una operación muy publicitada le aplican todo el rigor de la ley, después de magnificar su delito. A partir de ese momento empieza un desfile por las peores cárceles del país. Empezando por la Modelo de Bogotá, siguiendo por Manizales y terminando en Cómbita. Finalmente, después de pagar once años de condena en Colombia, lo extraditan a los Estados Unidos, en donde para su fortuna la justicia encuentra que el delito por el cual lo han extraditado.

Al igual que el otro, éste también es una invitación, pero al mundo corrupto y tenebroso de nuestras cárceles.