martes, 5 de abril de 2011

El crimen del padre Amaro (final)

Sin ser ninguna autoridad en ese tema de la lectura, les propongo a los lectores hacer al menos dos lecturas del libro. Una lectura rápida para saber qué es lo que pasa entre el cura y la hermosa muchacha. Entre otras cosas, una descripción con el lujo de detalles que nos hace Eça de Queiroz sobre Amelia implica muchos meses de amorosa observación. En este sentido, el tipo está a la altura de Tolstoi cuando nos describe a Ana Karenina o a Natacha Rostova; o de Flaubert cuando nos pinta a Ema Bovary.

Si uno se atiene a esa primera lectura, le pasa lo que al amante que está afanado en probar las delicias que le depara su amada. Goza mucho el momento, pero se pierde de muchas cosas que ella quisiera darle o decirle, o hacerle ver o sentir. En este sentido, la lectura de un buen libro es como el amor de una gran mujer.

Cuando el título nos dice: “el crimen de fulano…”, uno se centra solamente en el suceso y en los acontecimientos que lo preparan. En este sentido, es probable que el libro decepcione a más de un afanoso, puesto que Amelia no muere ahorcada ni acuchillada, sino de tristeza. Sus amoríos con Amaro, esperados y preparados largamente, terminan con la muchacha embarazada; algo que no estaba en los planes de ella y mucho menos en los de él. Aprovechando una ausencia de la Sanjoaneira, Amaro la envía al campo para que nadie tenga noticias de su situación. No contento con esto, contrata a una pareja para que roben el niño apenas nazca y lo maten. Esos meses de embarazo, lejos de su madre, le hacen entender a Amelia el error en que ha incurrido iniciando una relación amorosa con un hombre incapaz de asumir las consecuencias de su amor. Inclusive cuando él se da cuenta del estado a que han llegado las cosas con su amante piensa escaparse con ella para América y empezar allá otra vida con ella. Pero son sólo pensamientos, porque el tipo no tiene los arrestos que se necesitan para tomar una decisión de ésas.

Desilusionada de Amaro, asume su condición de futura madre y se apresta a tener su niño, llena de esperanzas. Pero Amaro lo hace desaparecer. Y esta situación la mata de tristeza.

Pero el libro es mucho más que eso. Entra en el detalle de muchos personajes; en primer lugar está la Sanjoaneira, la madre de Amelia, que aunque es una mujer de alguna edad todavía conserva muchos encantos para atraer a los hombres. Y por lo visto siente cierta predisposición por el clero, a juzgar por los dos amantes que ha pescado entre ellos. Con el primero, según sugiere el autor, tuvo amores desde antes de enviudar.

Pero hay muchas otras cosas. Entre ellas la vida del clero en la provincia y su forma de reaccionar ante un ataque, como es el caso cuando Joao Eduardo, el novio de Amelia, escribe en el diario local un artículo contra los curas de Leiría, donde menciona a Amaro y a los demás, “sacándoles los cueros al sol”. La pobre vida de las beatas, cuya vida sólo tiene sentido y valor cuando se trata de las misas y la liturgia.