martes, 28 de febrero de 2012

Campeonatos mundiales de ajedrez del pasado



Con ligeras variaciones, el siguiente artículo lo publiqué hace dos años en la página www.ajedrez32.com

Comienzos del siglo XX.

A diferencia de hoy, en aquella época no había torneos para seleccionar los candidatos, sino que el dueño del título establecía las condiciones. Inclusive podía escoger a su adversario.

En el caso de Capablanca, su campaña para enfrentar a Lasker empezó desde la primavera del año veinte, después del torneo de Hastings, en Inglaterra, que era algo así como un Linares de hoy. Capablanca ganó fácilmente el torneo, puesto que estaba recién pasada la primera guerra y no fueron invitados los jugadores del bloque Alemania-Austria, que reunía a los mejores del momento. Con el objeto de lograr su match con Lasker, después del torneo se quedó en Europa, haciendo campaña, con apoyo de la prensa especializada y lanzando un libro.

El libro no gustó, pero cumplió con su cometido de mover a la opinión. Capablanca analizaba partidas brillantemente conducidas por él contra jugadores de segunda. Y al comentar las partidas ganadas a expertos hacía profundos análisis de las variantes que lo favorecían a él y omitía las variantes que hubieran salvado a sus adversarios.
Pero Lasker no pudo seguir negándose.

Tras un año de difíciles negociaciones, Lasker renunció al título, a favor de Capablanca. La opinión se indispuso. ¿Por qué a favor de éste? ¿No estaban también un Alekine y un Rubinstein? Además, en la Europa de la post-guerra ningún país estaba en capacidad de ofrecer los 8 mil dólares que pedía Lasker.

Finalmente, se concretó el match en La Habana, en marzo de 1921, a 24 partidas. A la altura de la 14, Capablanca había ganado 4 y llevaban 10 tablas. Lasker, desilusionado, se retiró. Nunca lo habían batido así. Había sido campeón durante 27 años y tenía 51 años. De Lasker se había dicho que era un maestro en el arte de la defensa, ‘que ganaba las partidas ganadas y algunas de las perdidas’. Por primera vez un campeón no le había ganado una sola partida al aspirante. Inicialmente, Lasker le echó la culpa al clima. Pero después aceptó que Capablanca había jugado mejor.
Lasker empezó llegó a La Habana tan confiado en su juego, que se comprometió a escribir un artículo diario a un periódico europeo, donde comentaba las partidas y sus impresiones sobre el match.

Sobre la partida 11 escribió:

“Esta partida habla muy favorablemente del juego de Capablanca; la condujo con energía desde el principio hasta el final y, al mismo tiempo, con cautela, palpando posiciones sólidas que podrían ser puntos de partida para el ataque. Yo tampoco jugué mal en este encuentro, excluyendo la última parte. Aquí me fallaron las fuerzas, probablemente por la acción del clima. Al decir esto no quiero restarle méritos a Capablanca, que me colocó frente a problemas de magnitud suficiente para quebrar las fuerzas de cualquier ajedrecista fatigado”.