A los colombianos:
Aunque nuestro candidato Antanas Mockus viene dando unas declaraciones algo desafinadas sobre el Polo Democrático o sobre sus propias creencias religiosas, un día, por ejemplo, es ateo y al otro es creyente, no debemos perder las esperanzas de que él y su equipo encarnan las esperanzas de un mejor país. Un país, no una patria, como le encanta decir al presidente saliente; los colombianos no tenemos patria, como la tuvieron los griegos de la antigüedad. Los cuatro millones que viven esparcidos por el mundo, en busca de alguna oportunidad que no tuvieron aquí, o los diez que viven en condiciones miserables, que no han podido irse, no deben tener muchos vínculos afectivos que los amarren con esta tierra, donde todo está diseñado y ejecutado para beneficio de unas minorías corruptas, dueños de la tierra, de los medios y de la gran industria.
El otro candidato (con opciones, porque para fortuna de nosotros en esta oportunidad hemos tenido magníficos candidatos) promete seguir por el mismo camino de Uribe, un camino tortuoso, que parece haberle dado muchos réditos políticos a aquél, pero que no logró mejorar en un ápice nuestra situación. Que tuvo la oportunidad de mejorarlo todo, pero se limitó a fingir que estaba haciendo mucho. Ofrecer más de lo mismo, después de todo lo que hemos visto, no parece ser una propuesta interesante. Pero bien adobada con propaganda negra parece que puede tener acogida. Y de hecho ya se está viendo el resultado en las encuestas, sino es que éstas también están hechas para desinformar.
No perdamos esta oportunidad única de tener un equipo de Gobierno integrado por gente decente y capaz, que no va a pagar favores con contratos ni a llenar las vacantes con recomendados. Ni a cambiar la Constitución a su amaño. Démosles un adiós a los caciques electorales, que en las pasadas elecciones de marzo nos dieron una demostración de todas las trampas que son capaces de hacer. ¡Ensayemos algo nuevo!
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