jueves, 21 de junio de 2012

Ana Karenina II


Con Ana Karenina sucede una cosa muy particular. Las damas de la gran sociedad la envidian por haber tomado la decisión de dejar al burócrata de su marido, un hombre que no parece tener sentimientos sino para los códigos y los archivos; una de cuyas obsesiones es la de tener bonito y bien arreglado el escritorio. Ana lo ha dejado por Vronski, un hombre joven, rico, bien parecido; al parecer con mucho futuro en el mundo de la corte y los negocios. Con Karenin, sus relaciones amorosas habían llegado a un punto muerto hacía años. Dice Citati: “algún gesto nos deja entrever una relación, no de amor, sino de confianza afectuosa con el marido”. Con Vronski, en cambio, existe una gran pasión, y en un momento difícil éste llega al borde del suicidio por ella.

En el hipódromo, el día de las carreras, cuando Vronski se cae de su yegua, y no se sabe qué puede haberle pasado, Ana no puede ocultarle a su marido que tiene amores con aquél. Curiosamente, la reacción de Karenin es decirle que debe guardar las apariencias; como quien dice que lo grave y complicado no es el amor que sienta por otro, sino que los demás lo sepan.

La gente de la corte no se caracteriza propiamente por sus sanas costumbres. Todas las princesas, duquesas, condesas y demás damas de alta alcurnia tienen o han tenido amantes, lo cual no es mal visto en la época que nos describe Tolstoi. Pero, curiosamente, cuando Ana se enamora perdidamente de Vronski, ninguna de sus amigas quiere volver a saber de ella; incluida la princesa Betsy, que no ha sobresalido propiamente por la fidelidad a su marido. Cuando sabe que Ana está en San Petersburgo, Betsy, que ha sido su gran amiga, la visita a escondidas y le advierte que no la puede volver a recibir en su palacio. La noche que Ana se presenta en el teatro, en uno de los palcos de honor, en compañía de unos oficiales amigos de Vronski, es el centro de todas las miradas desaprobatorias de su conducta. Una señora de la corte la insulta en presencia de todos.

¿Por qué estas damas pueden permitirse tener amantes y cuando Ana consigue el suyo la evitan, y hasta se escandalizan? La primera respuesta que se nos viene a la mente es que Ana se ha enamorado de verdad, y lo de las otras es algo superficial. Pero cabe la contra-pregunta: ¿es que el amor verdadero es peligroso o indeseable? En cierta manera sí, porque modifica la manera de ver el mundo. No olvidemos que el verdadero amor no es frecuente en las cortes. Muchos matrimonios se hacen por conveniencia, para que la niña quede “bien” casada; es decir, con un marido adinerado, como si las únicas preocupaciones de una mujer fueran las de dinero.

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