martes, 7 de septiembre de 2010

Nicolas y Alejandra (I)


“Nicolás y Alejandra”. Autor: Robert Massie. Premio Pulitzer. Editorial Vergara. Aparecido en inglés en 1967 y en español en 1983. 553 páginas.

¿Cuál es el tema del libro? ¿Quiénes son o quiénes fueron Nicolás y Alejandra?

Nicolás fue el último zar que tuvo Rusia. Y Alejandra, su esposa.

Nicolás II, como se llamó después de la coronación, pertenecía a la dinastía Romanov, familia que gobernó a Rusia durante algo más de 300 años. Esta dinastía empieza en el año 1613, con Miguel Romanov, y termina con Nicolás II, en marzo de 1917, en vísperas de la revolución de octubre. Entre los exponentes más sobresalientes de la familia Romanov tenemos a Pedro El Grande, zar que llevó a cabo un proceso de occidentalización y expansión que sacó a Rusia de un atraso de siglos; una de sus obras colosales fue la construcción de San Petersburgo, cuyo modelo copió de Ámsterdam, y cuya construcción dirigió personalmente, garrote en mano; un hombre que con toda razón merece el apelativo de grande. También Catalina II o Catalina La Grande fue una Romanov y llevó a cabo importantísimas reformas y muchas guerras en las que anexó enormes territorios. Otro Romanov famoso, pero por la violencia que desencadenó, fue Iván El Terrible, que se excedió en sus locuras y entre sus múltiples víctimas incluyó a uno de sus hijos.

Más que por alguna obra especial de su gobierno, pienso que la razón por la que se les recuerda a Nicolás y Alejandra es porque fueron los últimos zares. A ellos les tocó vivir un período en el que las monarquías habían empezado a caer. La primera y más famosa fue Francia. Pero pocos años después en Europa había más Repúblicas que Reinados.

Es bien sabido que después de su derrocamiento por el gobierno provisional de Kerensky, el zar y su familia fueron detenidos; y un tiempo después, con la llegada del gobierno de los Soviets, fusilados.

Débil de carácter y sin ninguna preparación para manejar un imperio tan vasto, Nicolás fue mal aconsejado y cometió un primer error importante en 1905, al declararle la guerra al Japón, guerra que consideró ganada antes de empezarla, y que fue un completo fiasco; no sólo perdió territorio y poder internamente sino el 70% de la flota naval. Para compensar ese debilitamiento interno aceptó a regañadientes la creación de la Duma, una especie de congreso del pueblo; un intento vano, pienso yo, de democratizar la autocracia. Tiempo después, en julio de 1914, cometió su segundo y último error, la declaración de guerra a Alemania; guerra que según sus asesores demoraría a lo sumo seis meses para ganarla. Tres años después, con el ejército diezmado, las aldeas llenas de viudas y huérfanos, las finanzas en bancarrota y el pueblo hambriento pagó su torpeza con la caída estrepitosa de su Gobierno.

Pero todo esto es conocido. No hay necesidad de leer el libro para saberlo.

Pienso que lo que el libro nos muestra con lujo de detalles es la vida personal y familiar de los zares; cómo la debilidad de Nicolás y la religiosidad de Alejandra, la hemofilia de Alexis, su adorado hijo menor, el heredero del trono, nacido después de cuatro hijas mujeres, los llevó a depositar todas sus esperanzas en personajes tan oscuros como Rasputín, un campesino siberiano, que practicaba una religión muy particular. Según dicha religión, las puertas del cielo se abrían pecando.

Y Rasputín, algo dado al libertinaje, en medio de tanta mujer bella como tenía la corte, les ofrecía a un mismo tiempo el pecado y la salvación, y por este medio parece que logró abrirles el camino al cielo a más de una. Y él, se labró el suyo aquí en la tierra, a la sombra de los zares. Tenía poderes hipnóticos y parece que por este medio le ayudó a Alexis a sobrellevar su enfermedad. En los momentos de crisis más agudas, al primero que llamaba la zarina era al staretz, como se les dice en Rusia a los monjes famosos por su santidad; los médicos venían después.

Aunque era creencia popular que el staretz también se esmeraba por la salvación del alma de la zarina, no hay pruebas de esto. Antes de su detención la zarina quemó toda la correspondencia que la pudiera comprometer. Lo que sí sabemos es que llegó a tener tal predominio sobre ella que imponía ministros, que probablemente tenían poco conocimiento de sus carteras, pero que por cualquier razón le simpatizaban a Rasputín.

2 comentarios:

  1. El libro que comenta es fantastico, de hecho se basa en los diarios personales de ambos zares, que no estaban destinados a hacerse del conocimiento del publico en general, sin embargo el hecho de que no se hayan destruido no da un panorama preciso de las condiciones reinantes al interior de la familia y de como perdibian ellos las condiciones del país, que por cierto distaban mucho de la realidad.

    ResponderEliminar
  2. Amigo Oswaldo, a propósito del diario de la zarina, el libro cuenta que ella misma lo destruyó cuando vio que se les acababa el reinado. En cambio, sobre el diario de Nicolás hay más referencias en el libro.

    ResponderEliminar