sábado, 27 de febrero de 2010

Promoción de mi libro "Patio 3"

1. Algo sobre mí.

Mi nombre es Marco Aurelio Arango. Soy nacido en Medellín, criado en Manizales y “trabajao” en el Valle, donde vivo desde hace 35 años. Empecé a estudiar agronomía en la Nacional de Medellín, en el año 67, y terminé en la sede de Palmira, en el año 78. Los años de más no sólo se deben a las circunstancias de aquella década tan convulsionada de los 70, cuando estudiábamos un semestre y perdíamos el otro, a causa de los continuos cierres, sino también a mi pasión por el ajedrez, un vicio más terrible que el propio bazuco; Y, además, a una cierta atracción por el ambiente arrabalero del sector de Guayaquil, en los primeros años de estudiante en Medellín, del que salí el día en que recibí una terrible puñalada que me tuvo al borde de la muerte, de la que me salvaron la pericia de un estudiante residente y mi deseo de vivir.

Este libro Patio 3 marca el comienzo de mi vida pública como escritor. A solas, desde hace años, vengo gastando papel y leyendo desordenadamente.

Podría decir como don Tomás Carrasquilla en su autobiografía: “he leído de cuanto hay, bueno y malo, sagrado y profano, lícito y prohibido, sin método, sin plan ni objetivos determinados, por puro pasatiempo... Lo que tengo en la cabeza es un matalotaje caótico de hojarasca, viruta y cucarachas”.

Pienso que la influencia más grande que he recibido en mi vida se debe no sólo a mis lecturas sino a la amistad que me unió con Estanislao Zuleta, desde el año 71. Tres días antes de su muerte, vine a hacerle la que sería la última visita; sin saberlo, pero con el extraño presentimiento de que no serían muchas más. Nunca lo había visto tan deprimido ni tan solo en la vida…

Pero más que un amigo, hecho que implica una cierta relación de igualdad, yo fui un discípulo. Lo seguí en el proyecto de conformar en Colombia una nueva izquierda; una nueva mirada sobre el mundo; una vida más razonable, más equitativa, “donde no haya pintores, sino solamente gente que pinte”, como decía Marx, una frase que citaba mucho Estanislao. Después de tantos años y de tanto desencanto, cuando miro la pesadilla que vivimos hoy, pienso que este mundo no avanza o que vamos de para atrás…

2. ¿De qué trata este libro?

En él he recogido el testimonio del amigo Gustavo Osorio, capturado en mayo del 2001, en Manizales, en la famosa “Operación Nevado”, bajo los cargos de narcotráfico y concierto para delinquir. Aunque el propósito del libro no es la defensa de Gustavo, no paso de lado por aspectos tales como el “show” que se montó en los medios, para mostrar la eficiencia de nuestra justicia y nuestro aparato policivo. Ante el país, dijo el Director de la policía que se habían decomisado cuatro millones de dólares, que sólo eran 20 mil, legales, que dos meses después tuvieron que devolver. También habló de sofisticados equipos de comunicación y peligroso armamento; los primeros eran teléfonos celulares, comunes y corrientes, como los que tenemos todos, y un revólver viejo, debidamente amparado.

Y sin ser tampoco un experto en eso que llaman “la ciencia del Derecho”, no puedo dejar de consignar en el relato que la fiscal que tuvo a su cargo el caso, cuando se le acabó “la chanfa”, seis meses después del operativo, no tuvo ningún empacho en salir para la cárcel en busca de sus acusados y ofrecerles sus servicios de defensora, con el argumento de que “ahí no hay pruebas, muchachos”.

He tratado de centrarme en el aspecto puramente humano, en lo que siente el que ha perdido la libertad y ha dejado solos a su mujer y a su hijo de seis años, y debe emprender el calvario de la vida carcelaria, solo y desvalido ante ese aparato poderoso, torpe y confuso, que es la justicia. En lo que significó para él pasar por cárceles tenebrosas, como La Modelo de Bogotá, la más peligrosa del mundo, donde secuestraban y hasta desaparecían a los internos, forma eufemística como el Inpec denomina a los presos; en donde se presentaban enfrentamientos con armas largas y cilindros-bomba, entre los presos de las AUC y los de las guerrillas. Su paso por La Blanca de Manizales, un sitio más tranquilo y organizado, donde el tipo pudo trabajar como panadero, electricista, cocinero. Luego su paso por Cómbita, “la mamá de las cárceles”, en donde para sobrevivir tuvo que trabajar como “carrito” de los duros, una especie de sirviente bien pago. Y para terminar, después de la extradición, su paso por la DC Jail, una cárcel estatal en la ciudad de Washington, en donde para fortuna de Gustavo la justicia de allá declaró que lo estaban extraditando por el mismo delito que había pagado en Colombia. Y le dieron la libertad.

3. ¿Por qué se los recomendaría?

Es un ejemplo de cómo aún en las circunstancias más adversas los seres humanos siempre podemos conservar vivas las esperanzas. Hemos mostrado la lucha de Gustavo por acomodarse a lo inevitable y poder sobrevivir con cierta dignidad.

4. ¿Y qué tiene de diferente este libro a todos los otros que han salido sobre el tema del narcotráfico?

Hemos dejado de lado los aspectos grotescos que tanto buscan los autores (y los lectores) de esas narraciones, que tanto éxito tienen hoy en día en la televisión. Hemos tratado de centrarnos en el aspecto puramente humano, en la manera cómo se siente la persona que ha perdido su libertad y ha dejado a su mujer y a su hijo de seis años y debe emprender el calvario de la vida carcelaria, solo y desvalido ante ese aparato poderoso, torpe y confuso, que es la justicia.

5. ¿Por qué el nombre de patio 3?

Como lo dice Gustavo, el patio es el verdadero escenario de la vida carcelaria. En el patio es el lugar donde se pasa el día, se comparten las penas con los otros compañeros, se reciben las visitas, se lucha por sobrevivir. ¿Y por qué Patio 3? Porque este fue el patio de la cárcel Modelo de Bogotá en donde Gustavo tuvo que pagarles a las AUC un “arriendo”, para garantizar su supervivencia. Porque la inseguridad de nuestras cárceles ha llegado a tales extremos que pueden secuestrar y hasta desaparecer a los internos, como de manera eufemística llaman a los presos.

1 comentario:

  1. Antes que nada felicitarte y enviarte un gran abrazo, es muy grato enterarme que todo el esfuerzo que pusiste en este trabajo ya es toda una realidad, "EXITOS"

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