sábado, 18 de abril de 2009

La hospitalidad que hemos perdido

Dice Konrad Lorenz:

“Todos nosotros, que vivimos en países cultos densamente poblados y hasta en grandes ciudades, ya ni sabemos qué tan carentes estamos de un general, afable y cálido amor al prójimo. Hay que haber llegado como huésped no invitado a una casa, en un país escasamente poblado, donde varios kilómetros de malas calles separan a los vecinos entre sí, para poder evaluar qué tan hospitalario y amablemente sociable es el ser humano cuando su capacidad para el contacto social no está constantemente sobre exigida”.

En esas comunidades que menospreciamos porque no tienen las avenidas atestadas de automóviles ni grandes centros comerciales, símbolos del progreso, existe aún el interés por el que llega de otra parte y la preocupación por los demás. Ese par de ‘detalles’. Nuestra capacidad para el contacto social, como dice Lorenz, está tan sobre-exigida, que sin saber siquiera quiénes son nuestros vecinos, toda nuestra atención la volcamos sobre las novedades de la farándula o sobre el amor a una mascota. Hoy sabemos más de los bostezos de Shakira que de las angustias de nuestros seres queridos. Y respecto de las mascotas, este servidor cree que el amor que se les tenga es directamente proporcional a la indiferencia que sentimos por nuestros congéneres.

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