martes, 7 de abril de 2009

Lo que no tiene precio

A propósito de una oferta de compra de las tierras ocupadas por los pieles rojas, en 1854, el jefe indio Noah Sealth, le dice en carta al ‘gran jefe blanco de Washington’ en uno de sus apartes:

“Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi gente. Cada brillante hoja de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el zumbido de cada insecto, es sagrado en la memoria y en el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los arboles lleva consigo la memoria de los pieles rojas… El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre”.

¿Esto se puede comprar o vender? Se pregunta extrañado el jefe piel roja. ¿Qué tal que hoy viviera entre nosotros? Quedaría aterrado de ver que ya compramos “cristal, el agua de vida” y que no está lejos el día en que compremos el aire.

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