miércoles, 20 de mayo de 2009

El biberón de la cultura.

Decía Estanislao Zuleta en una entrevista:

“…entre nuestros amigos, y entre nosotros en general, hay muchos que se hacen ilusiones sobre las posibilidades que les podría abrir un viaje a Europa. Y se les olvida que ese viaje es como estudiantes, y la cultura no se toma como un tetero que le dan a uno en la posición de la pasividad. Lo que podría abrirles posibilidades sería, por ejemplo, que fundaran una publicación y lucharan por algo; combatieran y aportaran”.

Sobre ése tema de la educación la gente se engaña mucho. Hoy los vemos pagando gruesas sumas de dinero por los que llaman diplomados. Al tipo le arrancan una suma fantástica, que sólo pueden desembolsar unos pocos, y lo ponen a hacer tareas en una jornada intensa, sin respiro, para que se haga a la idea de que el asunto es en serio. Pasado un tiempo, al tipo ya se le ha olvidado lo que estudió, pero, bueno, en la sala de su casa tiene colgado su costoso diploma; y en cuanta hoja de vida pasa hace lo posible por resaltar su cursito, que por lo pronto tiene la gran ventaja de que los otros no lo tienen.

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