lunes, 4 de mayo de 2009

Los que pueden recibir.

En "Relato De Mi Vida", un libro que recomiendo a ojo cerrado, cuando habla del influjo espiritual y estilístico de Nietzsche en su obra, nos dice Thomas Mann:
"Goethe dijo que para ser algo es preciso ser algo. Pero incluso para poder aprender algo, en el sentido elevado de esta palabra, se necesita ya ser algo”
Del que promete llegar lejos en algún terreno, entre nosotros se dice que tiene madera. Es decir, que hay una base que se puede pulir y trabajar. En el ajedrez, por ejemplo, Mijail Botvinnik tuvo en Moscú una escuela en la que recibía “promesas”. De ésas hay dos muy conocidas: Kasparov y Karpov, los dos K, como se les llama en la prensa, dos de los ajedrecistas más importantes de todos los tiempos, que no tienen nada que envidiarles a los grandes del pasado. Cuando Kasparov sólo tenía sólo 11 años, había dicho Botvinnik: “en las manos de este joven está el futuro del ajedrez”.

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