viernes, 1 de mayo de 2009

La voluntad de la novela

Thomas Mann: Conferencia dictada a los estudiantes de la Universidad de Princeton (USA) el 10 de mayo de 1939:

“La subestimación de una empresa es una experiencia recurrente que tal vez no sólo me afecte a mí. Durante el proceso de su concepción, un trabajo suele presentársenos bajo una luz inocua, sencilla y práctica. No parece exigir excesivo esfuerzo, y su ejecución parece simple. Si fuera posible representarse de antemano todas las posibilidades y dificultades de una obra, si uno conociera la voluntad de ésta, a menudo muy distinta de la del autor, probablemente renunciaríamos y no tendríamos siquiera el valor de comenzar. Una obra tiene en muchos casos sus propias ambiciones, que pueden sobrepasar con mucho las del propio autor, lo que no está mal. Porque la ambición no debe ser la de una persona, el autor no debe anteponerse a la obra, sino que la obra debe extraerla de sí misma y forzarse. De este modo, creo, han surgido las grandes obras, y no del afán previo de crear una.”

Dice Thomas Mann: “si conociéramos la voluntad de la obra”, podríamos prever muchas cosas.

Dostoievski, con otras palabras, decía: “cuando la novela empieza, el autor debe callarse”; debe dejar que la novela siga su rumbo, independientemente de los planes o proyectos previos del autor.Todo lo vemos fácil, en un comienzo. Pero cabe la pregunta: ¿qué tal que no fuera así? Ya vimos en la nota sobre Memorias de Adriano todas las peripecias por las que pasó Margarite Yourcenar, que empezó a escribir su libro en el año 24 y sólo “oyó” la voz de Adriano en el año 34.

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